Grupo Nomo inaugura nuevo restaurante en Sarrià

Coincidiendo con su décimo aniversario, Grupo Nomo ha inaugurado Nomo Sarrià. La propuesta japonesa de Naoyuki Haginoya presenta platos nuevos en un restaurante cálido ubicado en una finca catalogada del barrio de Sarrià en Barcelona. 

Una finca catalogada del siglo XIX dividida en estancias. Color terracota y numerosas plantas para acoger. Madera y mesas pequeñas para asentar. Y una gastronomía que Sarrià no ha conocido hasta la fecha. En el año de su décimo aniversario, Grupo Nomo acaba de inaugurar su tercer restaurante en Barcelona -el quinto en total-, en un edificio con historia en Major de Sarrià. Un espacio moderno donde convive el confort y la calidez esperados junto a espacios y detalles de otra época. Son salones de techos altos y calidez inherente, esencia de barrio maridada con la mejor propuesta japo-mediterránea.

Nomo Sarrià (Major de Sarrià, 105) ocupa la primera planta y la antigua bodega de la casa. En la parte de arriba, dividido por salas que evocan la pretérita casa familiar, Borja y Juan Molina-Martell y Ramón Jiménez, junto al estudio Cirera + Espinet, han ideado varios comedores como espacios de confort, bien iluminados, decididamente acogedores, donde el chef ejecutivo del grupo, Naoyuki Haginoya, amplía una carta que ya ha cautivado a Barcelona con novedades y sugerencias.

La fusión mediterráneo-japonesa de Nomo llega a Sarrià con propuestas nuevas y con el mismo ticket medio que los demás restaurantes del grupo. Haginoya presenta sabor oriental e ingredientes locales y adaptados, con propuestas actuales como el tataki de salmonete –con una presentación que recrea un salmonete entero-, los makis de carabinero -plato que termina el camarero en mesa exprimiendo sobre los makis el jugo de la cabeza del carabinero- o el variado del mejor sashimi de temporada. Platos a degustar también maridados por alguna de las más de 70 referencias de vinos catalanes eminentemente pero también neozelandeses o canarios, biodinámicos y ecológicos. Todos buscados para crear la armonía correcta con la gastronomía japonesa.

Detalles de confort
El espacio dividido crea querencias y matices. Las mesas pequeñas de los comedores iniciales –con grandes ventanales y luz natural- dejan paso mediante vegetación de interior, madera oscura y juegos de sombras a la barra de sushi y a la mesa presidencial, con capacidad para hasta ocho comensales. En la barra -la partida fría-, un sushiman cocina en directo a la vista de todos los clientes. Y pasando a la sala contigua se encuentra el reservado del restaurante, con unas cortinas japonesas que le dan un toque de privacidad y la chimenea original de la antigua casa. Tanto la sala como el reservado tienen luz proveniente del patio interior, donde un pozo de agua vuelve a evocar las raíces de la casa.

El punto diferencial del local se incrementa bajando las escaleras. Las antiguas bodegas de la casa se han transformado en un espacio que puede mantener el ambiente íntimo con pequeñas mesas y exquisita iluminación o reservarse entero para acoger cómodamente a grupos. Permanece el techo de bóveda, la piedra original y la barra de madera maciza que enmarca un túnel subterráneo de la Guerra Civil que comunica la casa con la iglesia de Sarrià.


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